miércoles, 10 de octubre de 2012

CALLAR Y OLVIDAR (O cómo has destrozado un corazón en dos sencillos pasos)

De puntillas, sin gallardía y con escaso estilo.
Sólo tu repentina ausencia abrazando el miedo.
¡Qué mal se han llevado el amor y tus silencios!
y, aunque ya da lo mismo,
me he quedado sin saber...

si te vas por lo que soy, o por lo que nunca fui.

6 comentarios:

  1. Sin que sirva de precedente voy a acudir a la sabiduría francesa y a citar a dos hombres de ese ilustre país que han venido a la cabeza al leer tu post (es lo que tiene estar rodeada).

    El primero, un psicólogo, de apellido "Le Bon" (manda narices), que dijo aquello de "Retroceder ante el peligro da por resultado cierto aumentarlo". (él sabría que para algo era psicólogo)

    El segundo, De Montaigne, filósofo y escritor, que se quedó muy contento cuando dijo: "La cobardía es la madre de la crueldad" (él sabría, que se pasaba las horas pensando)

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    1. Nuestro patrio Quijote adaptó después la frase de Montaigne: Nunca vivió bien la crueldad con la valentía. Una pena, una pena...

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  2. De puntillas, la ausencia del amor. Me he quedado sin saber. Por lo que nunca fui.

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  3. Venías de una estirpe de cobardes y no pudiste escapar a tu destino, pensé.

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    1. Alguien dijo que el destino es una simple excusa para poder vivir con el peso de nuestros errores. Nada se de estirpes. Y creo que la cobardía para con los demás no es sino una muestra de un escaso o nulo cariño, una ausencia de consideración hacia los sentimientos ajenos, y lo que tendría que haber sido un básico, una falta de educación y respeto. Y aún así, lo peor, que te roben la fe...

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