Porque tú reescribes cuentos para hacerme una tirita,
y desde entonces no puedo parar de llorar.
y desde entonces no puedo parar de llorar.
Porque no tengo que dejarme el vestido entre las zarzas,
aunque tú pierdas los tacones...
aunque tú pierdas los tacones...
¡Cómo me ha gustado!
ResponderEliminarConjurando con oro del moro todas las platas de lata, que a nadie nos gusta que nos den gato por liebre, yo me apunto a perder tacones y a reirme de los muertos hasta llorar.
Besos